Un paseo por Bodegas Pedro Romero descubriendo el marco de Jerez

Hace pocas fechas tuvimos el placer de realizar un viaje recorriendo la provincia de Cádiz casi en su totalidad, pudiendo disfrutar largamente de sus preciosas sierras y playas, de sus variados parques naturales, y de sus tranquilos y cuidados pueblos y ciudades. Hubo alguna excepción un tanto desagradable pero a grandes rasgos todo resultó muy placentero. Contemplamos con sumo agrado el cuidado y mimo con el que los vecinos de los Pueblos Blancos conservan su bello patrimonio arquitectónico y natural; nos extasiamos recorriendo a pie los lugares más recónditos y bellos de los parques naturales de la Sierra de Grazalema y de Los Alcornocales; y nos dejamos seducir por el cariño y la hospitalidad de las gentes de Cádiz, de Sanlúcar de Barrameda, de Ronda (provincia de Málaga), de la Bahía de Cádiz, y de toda la franja que va desde Conil de la Frontera hasta Tarifa.

Todo el viaje fue muy enriquecedor a excepción de algunos detalles que nos dieron mucha pena. Resaltaremos dos a modo de ejemplo: uno, el abandono de los servicios públicos que están llevando a cabo algunos ayuntamientos de la zona, destacando por encima de todos el de Jerez de la Frontera, que se ha traducido en suciedad por doquier en cuanto uno abandona la zona más turística de la ciudad; y dos, la dureza de la crisis económica en zonas como Puerto Real y el Puerto de Santa María, a las que vimos muy deterioradas y deprimidas debido al hecho de que los astilleros se están muriendo, o mejor dicho, están matando los de siempre. Las buenas gentes de la zona no se merecen esto, y desde este humilde rinconcito nos queremos solidarizar con ellos. Se nos ocurre que en este momento de penuria económica es cuando las grandes bodegas del lugar podrían ayudar a sus localidades con algún tipo de inversión que haga que los jóvenes no tengan que abandonar sus ciudades para «buscarse la vida» en otras zonas. Lo decimos porque estas grandes bodegas han aprovechado muy bien los años anteriores para hacerse publicidad a través de los organismos públicos de turismo con el fin de promocionarse. En justa correspondencia, podrían echar una mano en estos momentos difíciles.

El viaje nos llevó a alojarnos durante cuatro días en Sanlúcar de Barrameda. Nuestra pretensión era estar cerca del Parque Nacional de Doñana, que finalmente no pudimos visitar por falta de plazas, el turismo alemán se nos adelantó (¿queda alguién en Alemania?), y poder visitar alguna bodega del marco de Jerez. Decidímos «pasar» de las grandes, y elegimos dos que nos parecía que reunían lo que estábamos buscando: calidad y tamaño mediano. Una de las visitas, la que hoy os vamos a contar, fue un rotundo éxito, la otra un rotundo fracaso, ya que los encargados de las visitas no nos dieron opción a visitarles. Ni siquiera tuvieron a bien escucharnos. No somos dados a hacer críticas negativas en este blog pero nos pareció tan mal el trato telefónico que nos dieron que queremos advertir a aquéllos de vosotros que tengáis la intención de visitar Bodegas Tradición de cómo se las gastan. Ya podrían preocuparse un poco de cómo se encuentran sus instalaciones y alrededores de la bodega antes de ser tan puntillosos con las visitas. No exageramos, la zona donde se encuentra la bodega parece un vertedero nigeriano. Os ahorraremos las fotografías.

Bodegas Pedro Romero. Casa fundada en 1860.

Todo lo contrario fue el caso de esta histórica bodega en la que nos trataron de maravilla. Nos hicieron una visita personalizada para los miembros del blog en la que aprendimos mucho de manera divertida y didáctica de la mano de Fernando Valencia Robles, el guía que nos descubrió multitud de secretos y anécdotas con un uso envidiable del idioma castellano, con esa preciosa sonoridad poética del acento andaluz occidental. Es todo un acierto por parte del marco de Jerez obligar a las bodegas a contar sólo con guías cualificados y titulados que saben de lo que hablan, no como ocurre en algunas bodegas de otros lugares de los que hoy no queremos acordarnos, en los que los guías realizan estas visitas como mejor pueden al carecer de conocimientos del mundo del vino.

En este recorrido por Bodegas Pedro Romero, además de las enseñanzas de Valencia Robles, pudimos probar algunos vinos espectaculares directamente de las barricas. Descubrimos cómo sabe la manzanilla Aurora en rama, ésa que aún no ha terminado el proceso de fermentación sobre lías (para más información ver posty cuyo permanente velo de flor debe ser roto introduciendo la venencia en el interior de la barrica. Sale un vino turbio de color dorado pálido con gran aroma floral y toque salino. Después tuvimos el placer de probar el Pedro Ximénez de la casa que ha envejecido durante 25 años en barrica. Increíble color oscuro y extasiante sabor dulce a uvas pasas, lleno de equilibrio y suavidad. Y, finalmente, comenzaron a sonar fanfarrias cuando Fernando nos hizo el honor de darnos a probar una copita del Oranger que esta bodega viene confeccionando, también sobre lías, desde 1860. El día en el que se acabe lo que queda en el interior de las cubas, este vino se terminará para siempre, porque en la actualidad no se puede repetir un elixir como éste; nadie sabría hacerlo de la misma manera. Y tenemos que deciros que solamente quedan tres barricas, para desesperación y pena de estos blogueros. Este vino fue un capricho de Doña Ana de Villarreal, esposa del fundador de la bodega, Don Vicente Romero Carranza,  y empezó a confeccionarse el mismo año de la fundación de la bodega. Se basó en los famosos orangerie de la época, que se creaban a partir de extractos de naranja y que eran muy populares en ese momento en las principales cortes europeas, pero bajo fórmula secreta de Ana de Villarreal. El vino que ha quedado tras más de siglo y medio de envejecimiento en roble americano es una delicia dulce que duele cuando se termina. Se trata de un vino generoso añejo dulce de color anaranjado con sutiles toques a naranja. Ni que decir tiene que antes de partir de la bodega nos hicimos con sendas botellas del Pedro Ximénez (que nos embotellaron allí mismo) y del Oranger, así como con otra de manzanilla en rama, que sólo dura unos tres meses desde que se embotella. Estaba muy rica servida muy fría. Fragante, frutal, llena de vida, y con ese toque a almendras tostadas y a sal que tanto nos gusta.

Como habéis podido observar echamos un ratito muy agradable en este templo del marco de Jerez. Os recomendamos vivamente una visita a esta bodega si os dejáis caer por Sanlúcar de Barrameda o alrededores. La experiencia valdrá la pena.

Antes de terminar permitidnos un pequeño consejo en clave de humor para evitar que os miren con recelo en la zona: si os encontráis en Sanlúcar de Barrameda pedid manzanilla, nunca un fino, y viceversa si estáis por Jerez. En cada lugar lo suyo. Los integrantes del blog nos decantamos por la manzanilla. La solución estando en Jerez fue pedir amontillados u olorosos.

Salud, amigos.

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