Dominio del Urogallo Cadario 2012, un vino por el que valdría la pena matar

Coupage 50% Mencía y 50% Verdejo Tinto. 100% despalillado. Fermentación alcohólica en fudres de castaño. Crianza de 13 a 15 meses en barricas usadas de roble francés de 225 litros. Vino natural. Viticultura biodinámica.

Los miembros de Vino y se Quedó somos como «la burra al trigo» o el cartero que, según la película, siempre llama dos veces. Cuando algún vino nos gusta en demasía nos gusta revisitar «el lugar del crimen» con el afán de descubrir nuevos tesoros escondidos. Eso nos ha pasado con personas como Nicolás Marcos y Fran Asencio de la bodega Dominio del Urogallo, de los que ya os hablamos aquí en abril de 2013.

Los vinos de esta singular bodega de Cangas del Narcea son una prolongación de la personalidad de Nico, un tipo en apariencia duro pero blandito por dentro, cuyo origen se encuentra en Toro y que aparte de formar parte de la cuarta generación familiar de viticultores y bodegueros aprendió el oficio criado a los pechos del legendario maestro del Ródano, Alain Graillot. El zamorano decidió un buen día liarse la manta, suponemos que zamorana, a la cabeza, y apostarlo todo a la difícil tarea de elaborar vinos de calidad en Asturias. Por sus santas narices se empeñó en crear algo distinto en nuestra querida piel de toro. Y a fe que lo consiguió.

Su Dominio del Urogallo Cadario 2012 proviene de una parcela de terreno pizarroso y de antracita con orientación noreste donde la humedad y las nieblas continuas complican la viticultura. Como todos los viñedos de nuestros protagonistas, esta viña se cuida con mucho trabajo biodinámico. Para que os hagáis una idea, estas plantas toman más infusiones naturales que un concejal de Podemos. No se le añade nada al vino, no está filtrado ni clarificado.
Cadario_2012

Este sensacional tinto posee un color rojo granate con ribete púrpura que lo hace muy atractivo para ser bebido. Es de capa media y cuenta con una lágrima más gorda que las de Bustamante. En la nariz es sota, caballo y rey, pero no por ello menos embriagador. El bosque septentrional, pleno de aromas balsámicos de monte bajo, se encuentra encerrado en la botella como un geniecillo guasón que nos presenta esa simpleza para sorprendernos hasta el éxtasis cuando nos llevamos esta maravilla líquida a la boca. Aquí nos gana de manera irremediable para la causa. No nos queda otra que postrarnos ante él y rendirnos a su magneficencia.

Es en esta fase gustativa donde el Dominio del Urogallo Cadario 2012 se convierte en un vino top, como diría ese portugués de cuyo nombre no queremos acordarnos. Es un vino muy complejo en boca por la gran cantidad de matices que atesora. Tiene una entrada directa y amarga con recuerdos de arándanos negros (cassis), plátanos e higos verdes y final de chocolate muy negro. Además percibimos una cierta aspereza placentera como al degustar un zumo de aronias.

Es un vino muy redondo, sin aristas, con la madera justa y sin sensaciones de establo como muchos de esos vinos que nos venden como naturales y no son más que vinos sucios. En resumen, podríamos decir que las notas que no aparecen en nariz se despliegan en la boca. Es un vino ancho y muy fresco.

Dos recomendaciones muy importantes. La primera es que si podéis os toméis este vinazo en día fruto para percibir todas sus peculiaridades. La segunda es que lo acompañéis de solomillo de ternera asturiana, la mejor carne de ternera del mundo. También le va muy bien a un platito de cecina auténtica leonesa. Y si los bolsillos están más tiesos que la mojama, con un solomillo de cerdo a la mostaza antigua.

Ardemos en deseos de perdernos un día por los dominios del urogallo poniendo en peligro nuestras osamentas «escalando» en viñedos que necesitarían sherpas, con la voz de Nico de fondo profiendo sus célebres frases: «¡Te voy a engrasar!» o «¡Farsantes!». No vemos el momento.  

Salud y buenos vinos, amigos.

 

Flor de Brezo 2011, recuerdos del bosque berciano

Coupage de Mencía y Garnacha Tintorera. Vinificación integral: fermentación y crianza de unos seis meses en barricas de roble francés. Vendimia manual. Vino natural. 

En esta nueva entrada de Vino y se Quedó os vamos a acercar uno de los vinos que forman parte del interesante catálogo de la que hemos elegido como bodega del mes de febrero en el blog que, por cierto, sigue creciendo día a día gracias a vuestra generosidad y fiel seguimiento. En este post regresamos a El Bierzo para encontrarnos con uno de esos vitivinicultores que tanto apreciamos en estas páginas; uno de esos artesanos que busca crear vinos singulares que reflejen la idiosincrasia del viñedo y del lugar en el que se crean.

De nuevo nos encontramos con un enólogo francés que ha decidido partir de Francia para establecerse en España y poner en marcha sus ideales vinícolas a este lado de los Pirineos. Los más habituales se acordarán de su compatriota Olivier Rivière. Hoy le toca el turno a Gregory Pérez, uno de tantos franceses con apellido español que ha hecho el camino inverso al que realizó hace muchos años su bisabuelo paterno desde la encantadora localidad abulense de Arenas de San Pedro, en las inmediaciones de la Sierra de Gredos, en ese triángulo mágico que forman las provincias de Ávila, Cáceres y Toledo.

El creador del Mèdoc, viendo que su futuro en el mundo del vino francés tenía toda la pinta de acabar en un trabajo de bodeguero, algo que no parecía emocionarle mucho, tomó la decisión de aceptar un trabajo como enólogo en una bodega de El Bierzo. Allí aprendió español y estuvo un lustro trabajando.  Al cabo de ese tiempo decidió emanciparse y crear su propia bodega y comenzar a poner en práctica su sueño. Para ello se estableció en Sorribas y levantó Bodega y Viñedos Mengoba.Flor de Brezo 2011Pérez procura elaborar sus vinos de la manera más artesanal posible y sólo poniendo productos si hay riesgo de enfermedades en las vides. En sus viñedos se trabaja a la antigua usanza, con arados tirados por bueyes e intentando la máxima conexión con el entorno natural. Da toda la sensación de que el bordelés se ha abierto al mundo en El Bierzo y se ha sentido plenamente arraigado en esta tierra, apostando por su potencial.

Adentrándonos en los bosques bercianos a través del vino de Gregory Pérez

Al degustar el Flor de Brezo 2011 hemos sentido la gratificante sensación de estar en medio de un bosque berciano en pleno otoño, llenándonos de humedad y frescor así como de fragancias florales y frutales. Ahí estábamos nosotros, en medio de brezos y castaños, inmersos en los colores ocres y rodeados del verdín que las umbrías sombras habían pintado durante mucho tiempo. Todo eso y más puede sugerir un vino. Si no lo creen, hagan la prueba.

Se trata de un vino de un color rojo granate, de capa alta, con ribete rosáceo-teja.

En nariz, una vez que se ha abierto convenientemente, es espectacular. Es un vino muy intenso y complejo. Apreciamos toda una amalgama de notas y matices en los que predominan las frutas rojas maduras, las flores de sotobosque, así como recuerdos de hierbas de monte bajo. Al final aparecen unas agradables notas lácticas como de nata. Este popurrí nos transporta a un día recogiendo frutos del bosque en el que nos impregnamos del olor a violetas y a tierra húmeda.

Al llevarlo a la boca sentimos que ésta se nos llena de fruta roja ácida y, posteriormente, de matices florales y licorosos leves. Éstos últimos le aportan un ligero toque dulzón. Notamos una carga alcohólica que nos duerme la punta de la lengua, así como un punto picante. Es largo y persistente. Contundente y equilibrado. Algo astringente y salino.

El Flor de Brezo 2011 es un vino extraño, un vino con varias caras. Hay que saber interpretarlo. A nosotros nos ha impresionado en nariz y algo menos en boca, aunque su combinación de reciedumbre y acidez equilibrada, que al final de la botella se tornaba aterciopelada, nos gustó mucho. La madera, bien integrada, le da elegancia y finura.

Nuestro maridaje ideal sería con carnes a la brasa, quesos ahumados y una auténtica cecina de León, no ese cartón piedra que por desgracia se está vendiendo en muchos establecimientos.

Abrid una botella de este berciano y dejaos transportar al campo otoñal. Es una placentera sensación antiestrés. Respirad profundamente y disfrutad la experiencia.

Salud y buenos vinos, amigos.

Los Ribeira Sacra de Xurxo Alba

Nuestros más fieles lectores recordarán que hace un par de semanas terminábamos el post anunciando una próxima entrega en referencia a los vinos tintos que el vitivinicultor pontevedrés elabora en la Ribeira Sacra, y más concretamente en la vertiente lucense de esta bonita zona de Galicia que delimita las provincias de Lugo y Orense. Como nos gusta cumplir lo que prometemos, llamadnos excéntricos, aquí van nuestras impresiones tanto del lugar como de los dos vinos tintos que el maestro crea en este bello remanso de paz que es la Ribeira Sacra.

Durante nuestro periplo gallego del pasado mes de septiembre habíamos visitado esta zona antes de conocer a Xurxo, y posteriormente nos resultó imposible, por falta de tiempo, regresar y recorrer las tierras de las que éste se nutre para realizar sus tintos. Fue una de las espinitas que se nos quedaron clavadas en nuestro viaje. Como somos de natural positivos, pensamos que estas «espinitas» se producen cuando un lugar te atrapa tanto que te hace sentir su pérdida para que estés obligado a regresar muy pronto. Perdón por la cursilada, debe ser el otoño.

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5 Rosas 2012. Un vino en ramo

100% Mencía. Crianza sobre lías en depósito de acero inoxidable. Edición limitada a 2.000 botellas. 

Hoy hace su debut en nuestro blog un vino de la D.O. Bierzo. Ya era hora, dirán muchos, y llevan toda la razón. Prometemos más vinos de esta zona en próximos posts porque cada día nos están gustando más las mencías y su toque floral-afrutado y fresco. En esta ocasión hemos pensado que nada mejor para combatir los rigores del verano que un vinito rosado que podamos tomar muy frío (los que nos seguís sabéis que somos partidarios de enfriar los vinos blancos y rosados más de lo que aconsejan algunos «expertos» porque no todo el mundo vive en Finlandia, en una bodega, o tiene aire acondicionado en casa). A estos «expertos» les podemos dar la exclusiva de que mucha gente vive en la Meseta Central, Murcia, Andalucía o Extremadura, por citar solo cuatro ejemplos, donde se rumorea que hace algo de calor. Por tanto, adecuemos la temperatura del vino a los grados del lugar en el que estemos y dejemos el fundamentalismo para otros.

Catando espero el vino que yo quiero. 

Servimos el vino y contemplamos que su color es rosa oscuro con ribete rosa chicle y que posee una lágrima media muy similar a la que deja el jabón líquido de glicerina diluido.

En la nariz percibimos a copa parada unos agradables matices a regaliz rojo y a piruleta de fresa (que pena que el vino tenga alcohol y no podamos dárselo a degustar a los niños porque sería mucho más sano que las chucherías que sí se les permite comer). Con la copa en movimiento (para los novatos en estas lides tranquilidad, que no se trata de ningún poltergeist) encontramos una fuerte carga de frutas rojas y detrás un embriagador perfume de rosas y violetas; o sea, mencía a «tutti plen«.5 Rosas Bierzo

En la boca nos llenamos de frescura frutal con sabor a cerezas, fresas, ciruelas y sandía. Es un vino fresco y afrutado con un matiz mineral, aunque potente para tratarse de un vino rosado. Tiene muchos matices de golosina pero cuenta con un final más bien seco.

Seguro que habrá mil maneras de acompañarlo en la mesa pero nosotros recomendamos probarlo con un salmorejo con huevo o berenjenas chips, con pluma o secreto ibérico acompañados por una guarnición de champiñones salteados, e incluso terminando la comida o cena con un flan de huevo al horno.

En resumen, el 5 Rosas es un vino alegre, fresco, frutal y floral que gustará a una gran mayoría del público porque nunca llega a ser empalagoso. Si no se toma muy frío cuando hace mucho calor resalta en demasía el perfume de rosas y frutas de verano y puede llegar a cansar.

Bodegas Losada Vinos de Finca ha apostado por algo diferente a lo que se hacía en El Bierzo: intentar hacer vinos más finos, y para ello se abastecen de uvas mencía de viñas viejas plantadas en suelos arcillosos en lugar de en pendientes de pizarra como parecía mandar la tradición berciana.

Si alguien quiere acercarse a la bodega para conocer más en profundidad el trabajo que allí se lleva a cabo o probar sus buenos tintos ésta se encuentra ubicada frente al Castro de la Ventosa en la localidad de Cacabelos. En ella se ha llevado a cabo toda una apuesta por las energías alternativas y el cuidado del medio ambiente. Como debe ser.

Salud y buenos vinos, amigos.