Calvente Guindalera Blanco 2011. Sequedad y frescor a partes iguales

Calvente Guindalera Blanco 2011. 100% Moscatel de Alejandría. Crianza en depósito en sus lías finas. Bodegas Horacio Calvente.

A la memoria de Juan Legaza que hizo conocer este vino a Doreen, y que nos ha dejado para siempre. Descansa en paz, amigo.

Aquí estamos de nuevo después de un breve impasse veraniego. Y lo hacemos para recomendaros un excelente vino blanco para estos últimos días de calor que desafortunadamente parece que nos quedan.  Se trata de un vino granadino que hará las delicias de cualquiera que busque un caldo original y lleno de matices para compartir en un día especial con los seres queridos y los amigos.

Al ponerlo en la copa destaca su brillante y bonito tono amarillo suave que al ser servido a su temperatura ideal, a nosotros nos gustó mucho a unos 6ºC, deja unas tonalidades y unos brillos que invitan a degustarlo rápidamente. En nariz nos provoca muchas sensaciones de frescor con preeminencia de matices frutales y florales que nos recuerdan a esos amaneceres cuando el campo está aún mojado por el rocío y desprende toda esa espectacular amalgama de olores frescos que nos reconcilian con el mundo. Cuando lo probamos en boca, al principio notamos su sequedad, que al momento queda atemperada por un gran frescor y un inconfundible sabor a uva moscatel de Alejandría de la que está hecho. El que suscribe también detectó sutiles toques a azahar o a naranja en la parte final de la cata. Es un vino muy equilibrado puesto que se integran a la perfección la sequedad, la acidez y el dulzor que aporta la uva.

Como somos de la opinión de que los vinos hay que acompañarlos siempre de comida para que ganemos en sensaciones y sobre todo podamos beberlos sin que nos hagan daño, creemos que este caldo es  perfecto para cualquier aperitivo de pescado o marisco, así como de foie y quesos fuertes, o para acompañar un buen arroz o un plato de pasta. Pero seguro que a vosotros se os ocurrirán muchas más combinaciones.

Bebiendo este colosal vino nos han entrado ganas de viajar a las tierras de Granada para reencontrarnos con el antiguo reino nazarí y su bella naturaleza, y sentir cantar a los gitanos acompañados de esas guitarras que parecen brotarles de los dedos con esos ritmos flamencos que parten el alma elevándonos a estados de conciencia mágicos. Todo ese universo debe ser increíble mientras nos bebemos una botellita de Calvente Blanco.

Hasta la próxima. Nos vamos a abrir una botella de este gran vino y a releer algunos versos del poeta granadino por excelencia, que en una ocasión llegó a decir, «me gustaría ser todo de vino y beberme yo mismo«. Sí, amigos, el genial Federico García Lorca. A vuestra salud.

PD: Mucha suerte a los que estéis en este momento enfrascados en la vendimia de este año. De vuestro buen hacer resultarán nuestras alegrías futuras. Ánimo.

Flor d’Albera Moscat Sec 2009. El elixir dorado que sabe a uva

En estos días en los que las buenas gentes de la zona del Ampurdán lo están pasando tan mal debido a los feroces incendios acaecidos en las últimas semanas, que están atacando numerosas zonas forestales incluídos algunos viñedos, queremos hacerles un homenaje. Como es imposible hablar de todas las bodegas y vinos que se elaboran en esta parte del noreste español vamos a personalizar este modesto homenaje en uno de los mejores vinos blancos de la D.O. Empordà, el Flor d’Albera Moscat Sec 2009 de la bodega Martí Fabra de Sant Climent Secebes, al pie de la Sierra d’Albera. 

Se trata de un vino blanco con una crianza de 12 meses en barrica de roble francés que le confiere al vino multitud de matices que le hacen muy sabroso y goloso.

Lo primero que destaca es un intenso color amarillo pajizo que tiende al dorado. En su añada posterior, la de 2010, notamos un color menos dorado y un sabor menos intenso, aunque siempre muy agradable. Cómo se nota un año más en botella.

Al llevárnoslo a la nariz notamos gran variedad de olores a frutas muy maduras, tropicales, y destacando por encima de todo, esas notas a uva moscatel que tanto nos agradan a los golosos. Es lógico que pase esto porque el vino está elaborado con uva Moscat que  pertenece a la familia de la Moscatel.  Pero ahí no acaban los matices, porque cuando ha pasado un ratito y el vino se ha abierto nos deja todas las notas que aporta la crianza en madera.

Pero cuando todo se convierte en sublime es cuando nos llevamos el vino a la boca. Qué apoteosis de sabores, texturas y matices. El vino está perfectamente equilibrado. Aunque se le denomina como «seco», en ningún momento aburre puesto que las notas golosas y dulzonas le aportan un perfecto contrapunto. Perdonadme la cita familiar, pero creo que es muy apropiada. Los integrantes del blog hemos probado este vino en diferentes ocasiones y con distintas personas, pero creo que la frase definitiva sobre el mismo la realizó el padre del que suscribe cuando señaló, aproximadamente, «está muy bien que los vinos tengan sabores a frutas,  a vainilla o a especias, pero este vino me gusta mucho porque sabe a uva». Amigos, es cierto, este portentoso blanco tiene ligeros matices a hierbas, especias o flores, pero a lo que sabe de verdad es a uva moscatel. Contenta por igual a los amantes de las notas más secas y a los enamorados de los matices afrutados y dulzones.  Es el vino perfecto para evitar la eterna discusión entre seco o afrutado a la hora de elegir un vino blanco.

Creémos que este vino es perfecto para tomar a cualquier hora del día o de la noche acompañado de pescados, pastas, patés, foie, quesos fuertes y carnes blancas. Aunque seguro que cuando lo probéis se os ocurrirán mil combinaciones más. Los «expertos» aseguran que se debe tomar a una temperatura de unos 10º. A nosotros nos gusta más a una temperatura inferior. Consideramos que, aunque parezca una locura, gana en matices. En verano, cuando se está a 38º un vino a 10º resulta «caliente». No seamos más papistas que el Papa, please.

No obstante, lo mejor de este vino no es el vino en sí, que es muy rico, sino haber conocido a quien está detrás del mismo, su creador, Joan Fabra. Es un gran tipo. Modesto, a pesar de elaborar grandes vinos de los que esperamos en un futuro no muy lejano poder hablaros. Simpático en su timidez, y buena persona. Es algo curioso, siempre que hemos conocido a un enólogo o a un viticultor ha habido algo que hasta ahora no ha fallado, los más modestos y educados han sido los que mejores vinos hacen, y los que han hablado de si mismos como si fueran los inventores de la penicilina o los descubridores de la electricidad, y de sus vinos como si fueran la génesis de todos los vinos, han hecho caldos aburridos y mil veces repetidos. Joan es de los primeros. No todos sus vinos nos gustan, pero los que nos gustan tenemos que deciros que son sublimes.

Hoy hemos querido homenajear a todos los bodegueros, viticultores, enólogos, agricultores, temporeros y vecinos del Ampurdán a través de un vino de la pequeña bodega Martí Fabra que ha sido, por esta vez, representación de todos ellos. Esperemos que la situación mejore pronto y que estas gentes puedan volver a crear un entorno que favorezca que se sigan haciendo grandes caldos. Tienen todo nuestro apoyo, y seguro que el de nuestros lectores y amigos.

Brindemos por ello con vino ampurdanés. Mucha suerte, amigos.

Salud.