Coupage de 75% de Albariño y 25% de Riesling. Crianza sobre sus propias lías. Maceración en frío. Control de fermentación a baja temperatura. Estabilización tartárica. Viñedo en espaldera a 400 m de altura.
Nos sentamos ante el folio en blanco, bueno, este recurso queda bien pero en realidad es ante un maldito ordenador portátil, con la idea de haceros partícipes de un feliz descubrimiento realizado en Barcelona y degustado en Madrid. Como podéis ver, en Vino y se Quedó somos muy de hacer país. Se trata de una de esas rarezas que tanto nos gustan, en la que se unen una zona geográfica magnífica, aunque ciertamente no conocida todavía por sus vinos, y una conjunción de uvas que nunca habíamos probado hasta el momento. Si la curiosidad se ha apoderado de vosotros seguidnos en esta aventura.
El Casona Micaela 2013 es un vino blanco con cupaje de Albariño y Riesling, variedades gallega y alemana, que ha hecho las delicias de todos los que lo hemos catado hace algunos días. Nos pareció soberbia, a la vez que exótica, la idea de unir ambas variedades para crear un vino. El resultado es magnífico. Si esto no os ha parecido lo suficientemente exótico, tened en cuenta que el origen de este blanco es el Valle de Villaverde, enclave cántabro inserto en la provincia de Vizcaya, que se encuentra inscrito en una de las dos indicaciones geográficas con las que cuenta Cantabria, Vino de la Tierra Costa de Cantabria. La otra es Vino de la Tierra de Liébana.
Apuntes del Casona Micaela 2013
Como un vino no es sólo contarlo, sino principalmente beberlo, vamos al grano. El resumen sería que ambas variedades aportan al vino frescura, frutosidad, untuosidad y acidez, elementos que lo hacen fácil de beber en cualquier momento.
Tiene un color amarillo pálido con reflejos verdosos, muy limpio y brillante. Al principio presenta cierto carbónico que desaparece al instante de servirlo en la copa. En nariz es complejo porque tardamos un rato en desentrañar todos los matices que posee. Destacan los aromas a frutas tropicales, a manzana reineta, a pera y a flores blancas muy perfumadas. Es goloso y fresco a la vez.
En la boca es fresco y sedoso. Punzante y largo, con dulzor al principio y salinidad al final. Toque cítrico. Cuenta con una acidez muy presente pero muy bien equilibrada. Posee un retrogusto amable. Es un vino muy agradable y sabroso para beber sin parar, se bebe solo.
Donde todo comienza
Corría el año 2004 cuando cuatro socios comienzan la andadura de la Bodega y Viñedos Casona Micaela bajo la supervisión de uno de ellos, el ingeniero agrónomo y enólogo Carlos Recio Calera, creador del proyecto, con la plantación de vides en las poco más de siete hectáreas que conforman el paraje del Jornillo. Hasta 2008 no sacan al mercado la primera añada de nuestro vino protagonista.
Los cuatro propietarios de esta bodega, el mencionado Carlos Recio, su hermano Eduardo Recio, María Luisa Gonzalez y Mª Carmen Santamarina, han apostado por poner en el mapa el vino blanco cántabro haciendo un esfuerzo de modernización en el propio edificio de la bodega y apostando por el trabajo bien hecho en el campo que redunde en el desarrollo del Valle de Villaverde muy dependiente aún de la ganadería. Como nos gusta reconocer el trabajo de todos los que participan en el proceso de elaboración del vino no queremos olvidarnos de la labor técnica de la enóloga asesora Ana Martín, cuyo trabajo ya vimos en Señorío de Astobiza 2013, el txakoli que engancha.
Nosotros ya nos hemos apuntado un nuevo lugar a tener en cuenta en próximos recorridos vinícolas por nuestra privilegiada piel de toro. Será todo un placer sentarse en pleno campo a degustar este magnífico vino contemplando tan bello paisaje. A este paso hasta Ceuta y Melilla se animarán a hacer vino. Y si no, al tiempo.
Salud y buenos vinos, amigos.