Coupage de 85% de Palomino y 15% de Pedro Ximénez de vendimia temprana. Fermentación por separado de ambas variedades a muy baja temperatura. Elaborado de forma artesanal a partir de uvas de cultivo ecológico certificado del pago del Cercado, alias de el Forlón. Botella 643 de una producción limitada a unas 3.800 botellas.
Ya teníamos ganas de volver a traer por aquí un vino blanco que nos sedujera y nos dejara satisfechos de principio a fin. Últimamente nos han aburrido la gran mayoría de blancos que hemos degustado, e incluso nos ha enfadado alguno que otro como habéis podido comprobar los que seguís las cuentas de Vino y se Quedó en las redes sociales. Pero el vino que esta semana os presentamos es una verdadera maravilla que creemos que hará las delicias de todos los que lean estas líneas.
Como sabéis, en este blog nos hemos propuesto desde el principio que sólo hablaríamos de aquellos vinos que nos parecieran dignos de ser conocidos por el personal, siempre, claro está, desde nuestro humilde punto de vista de «probadores» con clara orientación de servicio público. A pesar de la presión de un pequeño reducto de sufridores del mundo del vino que parecen disfrutar con la crítica desaforada, no queremos perder tiempo en hablar de birrias o de vinos endiosados por el hecho de que los hagan personajes que controlan este mundillo que necesita ventilación urgente.
Es cierto que es muy divertido y hasta agradecido para el que escribe llevar a cabo una crítica inmisericorde contra los vinos que no nos gustan, pero aquí preferimos la luminosidad y la apuesta por los que merecen todos los elogios. Y sí amigos, sin llevárnoslo calentito como hacen otros guardianes de la virtud que no han pagado en su vida por una botella de vino. No todos los que editamos un blog somos iguales.
Conozcamos el Forlong Blanco 2014
Podríamos definir este vino, sin temor a equivocarnos, como «de consenso». Hicimos la prueba compartiendo una botella entre cuatro personas con distintos gustos en cuanto al vino blanco y los cuatro quedamos muy contentos. Cuando un vino es bueno y posee verdad gusta a todo aquel que tiene sensibilidad. Por eso pensamos que es la bebida que más nos acerca a la idea de belleza, al igual que hacen el arte o la poesía, por citar solo dos ejemplos.
Además de que el Forlong Blanco 2014 es un vino bien diferente, cuenta con un precioso color amarillo pálido con pinceladas de limón en un conjunto muy brillante. En nariz sentimos unos aromas expresivos que nos recuerdan a miel, un perfume de flor de azahar y albaricoque que nos embriaga, y unos toques cremosos que nos confunden pensando en que podía haber algo de madera aunque no sea así.
En boca tiene una entrada amable, su paso es largo, y su acidez marcada pero muy bien integrada. Es un vino con una intensidad grata, amplio y ambivalente porque combina a la perfección las notas frescas con las cálidas. Su final es salino, recordándonos que su patria es la misma que la del fino. Esta salinidad nos invita a seguir bebiendo como si no hubiera un mañana. Entre el final y el retrogusto nos aparecen pinceladas amargas que son una maravilla.
Los autores del vino, Rocío Áspera y Alejandro Narváez, que dieron sus primeros pasos en este mundo en 2009, pueden estar orgullosos del resultado. Al probarlo notamos lo que se debería sentir cuando uno prueba un vino, el terruño y la pasión de hacer las cosas como se deben hacer, interviniendo lo menos posible en el proceso, y dejando expresarse a las uvas, a la tierra y al clima a cada sorbo. Eso, y no otra cosa debería ser el vino, la cultura de un pueblo. Viendo el logro cosechado ya estamos ansiosos de paladear los otros dos vinos que elaboran, un rosado y un tinto, de los que tenemos las mejores referencias. Estos jóvenes de Bodega de Forlong prometen, y mucho.
En Vino y se Quedó creemos que en Andalucía se está haciendo mucho del mejor vino que se puede beber en España en este momento. Estamos enamorados del vino de esa bendita tierra.
Antes de terminar, queremos hacer una mención especial a la original y divertida etiqueta de este vino, que a quien esto escribe le llamó sobremanera la atención entre tantas otras botellas. Queda claro que se puede ser jovial y arriesgado sin perder el gusto. Es necesario que el vino entre por los ojos antes que por la boca. A ver si los bodegueros de este país se dan cuenta de esta máxima y se ponen las pilas de una santa vez. Dejemos las etiquetas aburridas y feas a los amigos franceses, italianos o alemanes. El siglo XXI ya ha llegado, señores.
Ah, una petición a los amigos de Forlong antes del final: hay que acelerar la construcción de la página web de la bodega, que promete mucho, para cerrar a la perfección este círculo virtuoso.
Salud y buenos vinos, amigos.