100% Palomino fino. Crianza biológica de unos seis años. Saca de febrero de 2013. Proveniente de las mejores soleras de manzanilla de las Bodegas Miguel Sánchez Ayala.
Si en el anterior post los integrantes de Vino y se Quedó decidimos acercaros un gran vino norteño de la provincia de Álava, esta semana hemos doblado el mapa y nos hemos dirigido al sur de manera virtual, no todo podía ser perfecto, para deleitarnos con una joya vinícola que nos ha subyugado. Es lo bueno que tenemos en esta esquinita de Europa, una gran diversidad cultural y paisajística que redunda en una amplia gastronomía y en un glorioso universo del vino.
Regresamos al entorno poético y ritual del vino generoso que sólo se encuentra en la añorada provincia de Cádiz y en algunos puntos de las de Córdoba y Sevilla. Y lo hacemos con La Bota de Manzanilla nº 42 seleccionada por el Equipo Navazos en las Bodegas Miguel Sánchez Ayala de Sanlúcar de Barrameda. Se trata de la sexta edición de la solera más criada de la bodega que dio lugar a los números 4, 8, 16, 22 y 32 de la serie «La Bota».
Equipo Navazos, el Equipo A de los vinos generosos
Esta cuadrilla de amantes de los vinos generosos, vinos que forman parte del patrimonio nacional español y, que por desgracia, defienden más los foráneos que nosotros mismos aunque la cosa parece estar cambiando, no son un grupo de veteranos de la Guerra de Vietnam, ni unos proscritos, pero sí que parecen tener algo en común con este divertido grupo que nos amenizó tantas sobremesas veraniegas a través de la pequeña pantalla durante nuestra adolescencia; son unos románticos empedernidos defensores de causas ¿perdidas?Este equipo está formado por un grupo de entusiastas de los generosos andaluces que un día decidieron salvaguardar y dar a conocer verdaderas joyas que se encontraban olvidadas en rincones de muchas de las bodegas que forman parte del mágico triángulo del Marco de Jerez, como Fernando de Castilla en Jerez de la Frontera, Pedro Romero en Sanlúcar de Barrameda y alguna que queda por descubrir en El Puerto de Santa María, así como en Montilla. En el año 2005 pusieron en marcha este proyecto en el que comenzaron a seleccionar aquellas botas que merecían la pena ser rescatadas del olvido. Desde entonces llevan a cabo todo un proceso de investigación parecido al que realizan los bibliófilos por las librerías de viejo, buscando en lo más profundo y escondido de las bodegas del Marco. Todo comenzó con el embotellamiento de un amontillado descubierto en la misma bodega de la que proviene la manzanilla protagonista de nuestro artículo.
Hasta 2007 este grupo de no más de treinta personas no deciden comercializar una pequeña cantidad de las botellas de las botas seleccionadas. Anteriormente, la pequeña producción iba a parar íntegramente a los socios que formaban el equipo. A día de hoy se embotellan pocas botellas y conseguir una no es tarea sencilla, pero todo amante de estos vinos especiales debería probarlos al menos una vez en la vida. Nos encanta la idea de los del Equipo Navazos de numerar las botellas según van saliendo al mercado. Esto facilita la labor de los coleccionistas o de los que simplemente queremos tener un registro de los sacas que han probado.El nombre con el que decidieron bautizar al equipo proviene del navazo que había en las proximidades de las Bodegas Miguel Sánchez Ayala donde todo comenzó. Según la RAE, navazo sería el «huerto que se forma en los arenales inmediatos a las playas». En concreto, éste se encontraba en una zona robada al estuario del Guadalquivir, zona que a estos blogueros les tiene enamorados y con las que estos días de verano soñamos constantemente. Quién estuviera en Sanlúcar de Barrameda empapándose de ese acervo cultural que te lleva de la poesía al flamenco y de los vinos generosos a los platos más exquisitos.
Disfrutando de La Bota de Manzanilla nº 42
Esta bota nº 42 proviene de la selección de diecinueve toneles de la gloriosa solera anteriormente descrita. Es un vino increíble en todas las fases de la cata y de los que uno no se cansaría de tomar.
Cuenta con un intenso color ambarino brillante; muy limpio, debido a que se lleva a cabo un leve filtrado que acentúa su belleza en la copa. Todos los expertos de los vinos generosos nos advierten que hay que degustarlos en copas cuanto más anchas mejor para potenciar todas sus cualidades. Lo podemos certificar después de haber hecho la prueba. Los catavinos clásicos no les hacen justicia.
En nariz te teletransporta al Marco de Jerez en milisegundos. Es fresco y salino, pleno de yodo. Aparecen las vainillas y los tostados de la madera, así como las notas de nueces en pleno verdor.Al llevarlo a la boca ésta se nos llena. Es un vino muy persistente, sin aristas. No es nada punzante, no nos pica, debido a su frescura que hace que el paso por boca sea alegre y nos lleve a beberlo de manera rápida, lo que nos hace notar que se nos comienza a trabar la lengua. Descubrimos notas tostadas y recuerdos a armagnac, además de toques de orejones y de naranja amarga. Hacia el final se deslizan matices dulces.
Una verdadera maravilla de vino que nos hará sentirnos más felices y optimistas. Recomendamos su consumo frío pero sin pasarse, porque entonces perderemos toda su esencia y sus magníficos matices.
Nuestra recomendación para combinarlo con comida sería pasta con salsa de Stilton y nueces. Le va de maravilla, como pudimos testar convenientemente durante una comida perfecta preparada por la parte femenina del blog. Como diría Hannibal Smith «me encanta que los planes salgan bien».
Prometemos seguir el trabajo de los integrantes del Equipo Navazos. Lo que hemos probado hasta el momento es una verdadera pasada, y lo que está por venir promete mucho. Apostamos por La Bota nº 51. Y lo mejor de todo es que los miembros del equipo que hemos conocido nos han parecido tipos normales y nada crecidos. Eso también ayuda a probar sus vinos con un espíritu más abierto. La Bota nº 42 lo conseguimos en la tienda online de vinos Bodeboca.
Salud y buenos vinos, amigos.