Rayos Uva 2012: Tinto joven con crianza. Coupage de Graciano y Tempranillo al 50%. Crianza en depósitos de acero sobre sus lías y posteriormente en fudres* de madera usados. Precio aprox. 9 €.
Gabacho 2011: coupage de Graciano 60% y Tempranillo 40%. Crianza de 9 meses en roble francés, el 10% nuevos, y 3 meses de crianza posterior en fudres de madera usados. Precio aprox. 13 €.Esta semana nos hemos propuesto acercaros la figura del viticultor y enólogo francés Olivier Rivière a través de dos de sus vinos riojanos, Gabacho 2011 y Rayos uva 2012. Nuestros lectores más fieles recordarán que hace algunos meses habíamos recomendado en estas mismas páginas uno de sus excepcionales vinos navarros, el Emilio Valerio 2011. Allí esbozamos algunos apuntes sobre Rivière. En esta nueva entrada del blog pretendemos ahondar en la personalidad y visión del mundo del vino que tiene el creador nacido en Cognac.
Olivier no proviene de una familia relacionada con el vino pero suponemos que la cercanía de su casa a Burdeos pudo influir en la decisión del viticultor de dedicarse a este mundo. Para comenzar su aprendizaje se trasladó a Borgoña y allí se enamoró definitivamente del terruño, de la importancia extrema que los borgoñones le dan al terroir a la hora de «fabricar» sus vinos. Para él Borgoña es mágica, «la cuna del terruño». Suponemos que de esta relación surgió su convencimiento de que sin una buena uva no es posible hacer un buen vino.
Con la maleta llena de lecciones aprendidas dio un paso más y apostó por terminar su formación «vinícola» en España de la mano de la Compañía de Vinos de Telmo Rodríguez. Como escuchamos decir al propio Rivière en el programa de Radio 3 «Placeres mundanos», «España es el nuevo mundo del viejo mundo», es decir, que nuestro país es el que mayor evolución ha dado al vino en las últimas décadas. De ahí que Olivier apostara decididamente por España para realizar sus vinos.
Los mandamientos del vino de nuestro protagonista.
Un día decidió que iba a hacer vinos en solitario y para ello comenzó con cuatro barricas y mucha ilusión. Apostó desde el principio por la viticultura biodinámica y la honestidad más absoluta. Se hizo con viñedos en altura en Navarra y Arlanza y hace poco tiempo en La Rioja Alavesa. Siempre ha buscado zonas frías para aportar finura y elegancia a sus vinos y ha hecho una clara apuesta por la acidez para que el vino tenga vida. Ha apostado por la recuperación de viñas viejas en España para que el país no pierda sus señas de identidad vinícolas, y cree estar viviendo un sueño y no desea irse de nuestro país. Así somos los españoles, tienen que venir de fuera para decirnos las cosas buenas que tenemos y a cuidar lo que nosotros no hemos sabido, o querido, cuidar.
Aunque en sus inicios decidió ser catador, llegó un momento en que a Olivier le aburrió esta actividad. Lo que le gusta de verdad, su pasión, es trabajar la viña, relacionarse con ella; le imaginamos en cuclillas susurrando a los racimos. Le apasionan las garnachas, la tempranillo y la mazuelo. Apuesta por el cupaje para mejorar los vinos, para aportarles más complejidad. Busca vinos ágiles y frescos, plenos de matices, que no aburran y, sobre todo, que sean vinos para comer. No podemos estar más de acuerdo con estos principios del amigo Rivière.
Cata de los riojanos de Olivier Rivière.
Rayos uva 2012.
Este vino rojo cereza tiene una nariz floral y muy fresca en la que aparecen aromas a frutos rojos silvestres y a paja cortada. Al llenarnos la boca con él percibimos fresas y cerezas ácidas, así como notas florales. Tiene contundencia alcohólica aunque predomina la frescura. Es de paso medio y moderadamente astringente, con una acidez controlada perfectamente por el autor. Es un vino con espíritu joven, muy diferente a los riojanos que conocimos hasta ahora. Gabacho 2011.
Éste es un vino de poca producción de color granate con borde purpúreo. La nariz se nos llena de aromas a higos, a moras, a ciruelas, y a guindas en licor. La madera no se nota en absoluto gracias a la frescura del vino.
Nada más ponerlo en la boca nos llegan notas de fresa ácida a las que le siguen toques de pimienta, de cacao y moka, de cereza y al final una sutil presencia de las guindas en licor cuyo aroma habíamos sentido en la fase olfativa. La madera vuelve a ser ligera. El final es ácido, cítrico, aunque se matiza con la comida, como debe ser.
Podríamos decir que el Gabacho es una evolución del Rayos uva. Ambos vinos son muy recomendables para degustarlos acompañando carnes rojas, guisos de carne o de ave, así como con embutidos ibéricos.El viticultor francés demostró un gran sentido del humor al poner este nombre a uno de sus vinos. Hizo escarnio con el apelativo injurioso que les dedicamos a los franceses desde finales del siglo XVII después de la partición de la Cerdaña y de la pérdida del Rosellón tras la derrota española ante Francia en las postrimerías de la Guerra de los Treinta Años. Parece ser que este apelativo se gestó en Cataluña cuando los franceses se hicieron con estas tierras españolas prohibiendo los usos catalanes que sí se permitían en el lado español. El uso despectivo de esta palabra se intensificó de manera exponencial cuando las fuerzas napoleónicas invadieron España en 1808. Rivière decidió bautizar así a su vino porque de esta forma es como le llamaban simpáticamente sus amigos riojanos. Se rumorea que estuvo tentado de llamarle «Puto gabacho», pero al final no se atrevió. Desconocemos si ésto no será una simple leyenda urbana.
Aunque Olivier Rivière, hombre de carácter terco y perfeccionista, considera que aún no ha hecho el vino de sus sueños, en Vino y se Quedó pensamos que debe de estar muy cerca de conseguirlo.
Salud y buenos vinos, amigos.
*Según eldiccionariodelvino.com, «recipiente de madera con fondo redondo y paredes laterales curvas y gran capacidad (200-300 hl.) utilizado para almacenar y madurar vinos».