Tres días en Viña Mein sintiendo el corazón del Ribeiro

Después de varias semanas sin aparecer por este oasis de paz y tranquilidad que nos protege de las inclemencias vitales que nos están tocando sufrir en los últimos tiempos, aparecemos con el ánimo tocado aunque no derrotados aún. La culpa de la tardanza en publicar este nuevo post se ha debido a que hemos pasado unos días de vacaciones por tierras gallegas, que esperamos poder plasmar convenientemente en este espacio, y a cuestiones personales que están lastrando nuestra actividad. Os pedimos disculpas por haberos tenido un poco abandonados en los últimos tiempos. Intentaremos que no vuelva a ocurrir.

Como decíamos más arriba Vinoysequedo.com ha pasado unos días recorriendo las provincias de Orense y Pontevedra con incursiones en las de La Coruña y Lugo en busca de inspiración y de tranquilidad. Han sido días intensos y ciertamente gratos, con la suerte añadida de contar con un tiempo estupendo que debiera servir para comenzar a acabar con el tópico de que en Galicia casi siempre está lloviendo. Pues bien, en once días de viaje no llovió ni una sola vez y las temperaturas diurnas no bajaron de los 30º C. Solamente perdimos de vista el sol el día que nos acercamos a Santiago de Compostela que nos recibió con un manto gris, que por otra parte es el que casi siempre hemos encontrado en la capital gallega.

La estancia en el Casal que Viña Mein tiene junto a la bodega y que podéis observar en las fotografías que ilustran esteAlojamiento Rural reportaje cerró nuestro viaje por Galicia. Allí buscábamos descanso y refugio después de jornadas hiperactivas llenas de experiencias sensacionales en las que conocimos a entrañables locos del vino que os presentaremos adecuadamente en próximas entregas. A Viña Mein llegamos una tarde soleada y muy calurosa y fuimos recibidos por Serafín, que es la persona que dirige la acción en las viñas con mano precisa y mucho arte. Sera es un tipo afable y hablador que cuida con mimo un viñedo espectacular que tiene «como los chorros del oro». Su padre, Ricardo, al que no tuvimos el placer de conocer pues estaba de vacaciones, es el encargado de la bodega, y su mujer, la simpática e hiperactiva Cristina, es quien dirige la casa rural, que es un pazo en toda regla. Casi toda la familia está empleada en esta bodega. No son los dueños de la misma pero la dotan de un calor y de una normalidad que uno se encuentra allí como en su propia casa.Casa Viñedo

El casal es simplemente una pasada. Está construido en piedra y está lleno de rinconcitos románticos y de detalles que lo hacen único. Cuentan las malas lenguas que la casa fue propiedad del abad del cercano monasterio de San Clodio. Se supone que en ella vivía la amante del mencionado abad rodeada de lujos y con unas vistas espectaculares a un montecillo cercano que hoy pertenece al viñedo de la bodega. Fue increíble pasar casi todo el tiempo solos en aquel misterioso caserón degustando el vino de la bodega mientras contemplábamos unas maravillosas vistas de la zona y sintiendo sensaciones únicas que en algún rincón se tornaban inquietantes. Sólo faltó un fantasma para sentirnos unos auténticos señores al estilo victoriano. Y no exagero. Una mañana mientras desayunábamos aparecieron un matrimonio alemán con su bebé y creyeron que éramos los señores de la casa. ¡Vive Dios, seremos pobres pero con buena presencia! Fue increíble desayunar cada mañana atendidos por Sila o Cristina en el salón inmenso de piedra y vigas de madera con una iluminación en la que se mezclaban el rojo de las lámparas y el amarillo del sol que entraba por el gran ventanal del porche que nos mostraba todo el verdor de las vides. Y qué decir de los licores y aguardientes caseros que «decoraban» el salón en grandes frascos de cristal. Inmenso el licor café que pudimos degustar repanchingados en los cómodos sofás del porche una tarde que poseía una luz muy especial. Al final se nos olvidó preguntar quién fue el artista que confeccionó semejante elixir.Casal Viña Mein

Probando los vinos de la casa. 

El mediodía del sábado en el que nos encontrábamos en el pazo lo dedicamos a visitar la bodega propiamente dicha. Solo hacía falta bajar un par de tramos de escaleras, cruzar un pequeño patio lleno de limoneros y bojes y adentrarnos en la misma. Allí nos esperaba Andrés, otro de los miembros de la familia, que tuvo que comerse el marrón de hacernos de cicerone. Al final de la visita Andrés tuvo a bien hacernos probar el vino tinto de la marca elaborado con uvas Caíño Longo, Mencía y Ferrón, ya que el blanco lo habíamos probado durante esos días en su versión de 2011. A falta de probar la añada 2012 tenemos que decir que la anterior está algo cansada aunque sigue siendo un vino fresco y afrutado que se bebe solo. El Viña Mein Tinto 2011 es ligero y afrutado, con ese toque floral que le aportan las uvas de la zona. No haremos más referencia al mismo porque es muy difícil de encontrar en el mercado, puesto que sólo se hacen unas dos mil botellas.

Cata del Viña Mein 2011 Fermentado en Barrica.

La noche del sábado tuvimos la gran ocasión de probar la que a nuestro juicio es la joya de la corona de la bodega, su blanco fermentado en barrica. Y lo hicimos a lo grande sentados en el porche que da al viñedo iluminados por las estrellas y por algunas luces extrañas que habrían interesado sobremanera a Iker Jiménez y a su equipo.

UvaLas uvas empleadas en la elaboración de este ejemplar blanco son autóctonas de Galicia. La Treixadura aporta un 75% aproximadamente del coupage, cuyo 25% restante se complementa con Godello, Loureiro, Torrontés, Albariño y Lado. De la añada 2011 se han realizado poco más de cuatro mil botellas. Es difícil de encontrar, pero siempre queda la opción de acudir a la tienda online de la bodega.

El vino es de color amarillo pajizo y muy glicerinoso.

En nariz percibimos piña en almíbar, naranja confitada, orejones, frutas tropicales como la maracuyá y, por encima de todo, un fantástico aroma a bocadito de nata.

En la boca la entrada es de nata, untuosa, con notas a yogur o batido de piña. Persistente. Con un final seco y salino. Es un vino blanco con 13,5% de grado alcohólico y una buena estructura además de una excelente RPC. La madera se percibe de forma agradable al sentirse los matices tostados muy integrados.

Viña Mein BarricaNosotros lo maridamos de manera sui generis con huevos revueltos con lomo ibérico pacense que compramos en el supermercado Froiz de Ribadavia, aunque también lo recomendamos con huevos revueltos con foie o trufa, y con atún rojo o pez espada a la plancha sin apenas marcar.

Como habéis podido observar el viaje mereció mucho la pena y su final fue toda una experiencia sensorial. Si se completa la estancia con una visita nocturna a las cercanas termas de Prexigueiro la vivencia será mítica. Seguiremos contando más aventuras galaicas en el próximo post. 

Salud y buenos vinos, amigos.

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