Nada Que Ver 2008. Mucho que beber

100% Maturana Tinta. Fermentado y macerado en madera. Crianza de 12 meses en barricas de roble americano y europeo.

Hace poco los miembros del blog nos perdimos durante unos días por la zona fronteriza comprendida entre las provincias de Ávila y Madrid (desde San Lorenzo de El Escorial a Cebreros) para disfrutar de un tiempo de asueto y llevar a cabo todo un recorrido cultural y naturalista por el lugar con motivo del cumpleaños de quien esto escribe.

El 2 de marzo decidimos cenar en el restaurante El Paseo en San Lorenzo de El Escorial. Cuando conseguimos encontrar el lugar, algo que nos llevó cierto tiempo, sentimos que habíamos acertado plenamente en la elección del sitio porque los platos eran extraordinarios, sobre todo el ciervo con frutas rojas, y porque allí degustamos la maravilla líquida color picota que hoy os traemos a escena. La decoración del local había pasado de moda hacía algunas décadas pero cuando uno echaba un vistazo a los platos y a la carta de vinos, que literalmente era un libro del grosor de un tomo de enciclopedia, y alucinaba observando la gran variedad de botellas de licores destilados que albergaba el local, le importaba un pimiento la antigualla decorativa que le rodeaba. Ya quisieran muchos restaurantes que se las dan de importantes de tener tanto surtido de vinos en su bodega y tantas botellas de calidad en su bar. Además, tuvieron un gran detalle al servir gratuitamente un vino blanco de calidad con el aperitivo de bienvenida: un Godello de Valdeorras muy rico. Y qué decir de la amabilidad y de la simpatía del personal de sala. Perfecta.

Desde el momento que nos presentaron el vino algo en nuestro interior nos dijo que estábamos en el preámbulo de algo importante; nuestro «afamado» sexto sentido nos indicó que íbamos a probar una joya. Y así fue.

Como en esto de las cosas del placer todo va unido nos llamó mucho la atención el diseño de la botella; nos pareció original y atractivo (recordaba al diseño de los carteles de alguna de las películas de Almodóvar que, en nuestra opinión, son mejores que las propias películas). Esa profusión de colorido cuasi republicano nos cautivó. En ese momento ya no teníamos ojos para nada más. Sólo queríamos probar el vino. La curiosidad se apropió de nosotros.Nada que ver 2008

Cuando el camarero comenzó a verter el vino en las copas supimos que sería un gran descubrimiento. Lo que voy a decir ahora no es muy académico pero a mí me ha servido bastante durante mi corta vida «vinística«: siempre me fijo en esa especie de espuma que se forma en la copa cuando se sirve el vino muy lentamente, si ésta es abundante, concentrada y elegante el vino siempre será espectacular; hasta el momento nunca me ha fallado esa intuición. El vino nos entró por los ojos desde ese primer contacto. Su intenso color rojo picota con ligero ribete púrpura nos animaba a su degustación.

Sin mover la copa acercamos la nariz y descubrimos que en su interior había toda una sinfonía frutal. A medida que la íbamos aireando estallaban por doquier las frutas negras maduras como si fueran mermelada, seguidas de aromas a flores y a plantas balsámicas y de una gran dosis de toques dulces como el cacao, la vainilla, el café, el toffe y el tabaco habano de la máxima calidad (nos trajo recuerdos de los cohibas que en alguna ocasión fumamos relajadamente sentados a la fresca en la quietud y oscuridad de la noche habanera; es lo bueno de tener amigos que trabajan en la fábrica). Como veis, toda una gama de aromas sensuales que provocaban el deleite máximo solamente con acercarse la copa a la nariz.

El sumo placer llegó al beber ese néctar y sentir como se desparramaba por toda la boca impregnándola de sabores a frutas maduras muy bien ensamblados con los destacados toques balsámicos que sin duda aporta la tierra a esta magnífica uva, y terminando en pinceladas abundantes de dulzor. Los taninos están muy presentes pero son  pura seda. Es de esos vinos que estarías bebiendo horas y horas sin reparar en que el mundo sigue dando vueltas a tu alrededor.

Queremos felicitar a Bodegas Martínez Alesanco por esta grandiosa creación y en particular a Pilar Torrecilla, la enóloga artífice de semejante maravilla. Y también por haber apostado por la recuperación de una uva como la Maturana Tinta, originaria de esas tierras altas riojanas y en clarísimo peligro de extinción, y que como se apunta en la propia botella, es un «histórico monovarietal que no tiene NADA QUE VER con el resto de variedades cultivadas en el mundo». Nos gusta la gente que arriesga y busca la excelencia. Y a un precio muy correcto imaginando lo complicado de la empresa.

Estas son las cosas que nos enorgullecen. Vivimos en el país en el que se hacen los mejores y más variados vinos del mundo. Creámonoslo de una puñetera vez.

Salud y buenos vinos, amigos. 

Deja una respuesta

Introduce tus datos o haz clic en un icono para iniciar sesión:

Logo de WordPress.com

Estás comentando usando tu cuenta de WordPress.com. Salir /  Cambiar )

Imagen de Twitter

Estás comentando usando tu cuenta de Twitter. Salir /  Cambiar )

Foto de Facebook

Estás comentando usando tu cuenta de Facebook. Salir /  Cambiar )

Conectando a %s