La Movida Laderas 2010. 100% Garnacha. Tinto crianza. Bodegas Maldivinas. Cebreros (Ávila).
Si me llegan a decir hace quince o veinte años que iba a quedar rendido ante un vino de Cebreros o de sus proximidades, hubiera tachado de loco a aquél que se hubiera atrevido siquiera a sugerirlo. En los años de mi adolescencia y primera juventud (a mis 39 me digo que estoy viviendo la segunda juventud, cada uno se engaña como quiere) tuve la ocasión de probar los brebajes que se preparaban en esa zona, y que me niego a llamar vino, gracias a que llegaban a mi ciudad a granel, como lo hacían los que provenían de Cariñena y Valdepeñas. Eran infames, por decirlo con la mayor suavidad posible. Corrían otros tiempos, en los que no se primaba la calidad sino la más absoluta e indecente cantidad. En aquellos momentos en España se consumían muchos más litros de vino per capita que en la actualidad, pero qué vinos. Eran vinachos que no tenían la más mínima calidad y eran perfectos para mezclar con agua o gaseosa. O casi mejor, para desatrancar fregaderos. Algunos podrán decir que nos pasamos en el análisis. A esos críticos simplemente les preguntamos, ¿los probasteis vosotros?
Pero esos lamentables recuerdos que me han llegado a estremecer y a hacer sentir escalofríos, afortunadamente han quedado congelados en el pasado, porque en estos momentos un grupo de soñadores, entre los que se encuentran Guillermo y Carlos de Maldivinas, están recuperando la zona y convirtiéndola en sinónimo de calidad y de prestigio.
El vino que hoy nos ocupa es un claro exponente de esta entrada por la puerta grande de los vinos de calidad de este lugar enclavado en la provincia de Ávila, que limita con el sureste de la preciosa Sierra de Gredos y con el oeste de la Comunidad de Madrid.
Las vides están en terrenos difíciles, con inclinaciones increíbles en algunos tramos que harían que hasta Spiderman tuviera dificultades para moverse entre ellas. En esas condiciones es normal que las garnachas resultantes sean bravas. Lógicamente, estas vides no dan grandes cantidades de frutos. Todo unido hace que el precio de la botella se eleve. Las dificultades y la calidad es lo que tienen.
Este vino es impresionante desde su descorche. Cuando pasa de la botella a la copa ya nos está diciendo mucho, la intensidad de sus rojos me recordó a mis espectaculares momentos donando sangre. Puede parecer desagradable lo que estoy diciendo, y seguramente lo es, pero yo lo ví como algo bello, el vino como metáfora de vida. Prometo que estas cosas se me ocurren sobrio. Como iba diciendo, este vino es increíble. Al llevarlo a la nariz los expertos nos dirán que tiene toques minerales y a frutos rojos, y es cierto, pero a nosotros también se nos presentaron toques balsámicos, especiados y a eucalipto. Y, señoras y señores, me pongo de pie para hablar de lo que uno experimenta cuando se lleva este elixir a la boca, con la dificultad que entraña escribir en esta postura. El paladar se nos llena de frutas maduras y ligeros toques torrefactos a los que les siguen, en una explosión y traca final, multitud de notas licorosas que nos sugirieron bombones rellenos de licor. Los que lo probamos íbamos desde el coñac al calvados, pasando por el marrasquino. Eso es lo bonito de las catas, que cada uno dice lo que le parece, y todos tan amigos.
En resumen, este pedazo de vino es una proeza. Es muy equilibrado, a pesar de tanta amalgama de sabores mezclados, y tiene una intensidad golosa y persistente, que como dijo en una ocasión Doreen, «enamora».
Recomendamos que se acompañe de carnes rojas, foie, quesos curados o embutidos ibéricos. También va perfectamente con carnes de cerdo ibérico como el secreto o la pluma.
Enhorabuena a los responsables de esta joya, a los que nos lo recomendaron, y a los que se decidan a probarlo. Prometemos que no se arrepentirán. Y si pasáis por la zona no olvidéis visitar Cebreros y sus alrededores. Seguro que os encantarán estas tierras bañadas por el río Alberche, punto de encuentro entre los antiguos vetones y los carpetanos.
Salud.